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miércoles, 27 de marzo de 2024

Regina Kay Walters, El Horror de una Víctima Fotografiada por su Asesino Minutos antes de Morir

Las escalofriantes fotos de Regina Kay Walters fueron capturadas por el asesino en serie Robert Ben Rhoades momentos antes de su fatal destino. Walters, una de las víctimas de Rhoades, fue secuestrada y asesinada.
Cuando el 1 de abril de 1990 un policía se detuvo para investigar un camión que estaba estacionado en la Interestatal 10 de la ciudad de Casa Grande, Arizona, jamás pensó que lo que iba a encontrar en su interior era lo más parecido a una casa de los horrores.
En el año 1985, el cuerpo de una mujer joven apareció en un contenedor de basura en algún lugar cerca de Pensilvania. La mujer que encontró el cuerpo comenzó a gritar. Un hombre de un restaurante cercano salió corriendo y comenzó a gritar también, aunque en este caso para que todos se mantuvieran alejados mientras una pequeña multitud se reunía alrededor del contenedor bajo la lluvia. Al cabo de un rato se filtró la noticia: la niña muerta era una autoestopista adolescente. Unos meses después, una adolescente, también autoestopista, y conocedora de la historia de la chica del contenedor, comienza a darse cuenta del peligro que corría. Vanessa Veselka se había escapado de su casa en Nueva York con su novio de 21 años. Sin embargo, unos días después se separaron, y la joven se quedó sola con prácticamente nada de dinero. En una parada de camiones hacia el sur por la I-95 a través de las Carolinas, la joven fue recogida por un camionero, un tipo alto y delgado que no usaba vaqueros como el resto de los camioneros con los que había estado.
Tampoco llevaba camiseta. Aquel hombre llevaba una camisa de algodón con las mangas enrolladas perfectamente para que fueran visibles sus bíceps. El tipo tenía la cabina más limpia que la mujer había visto, y aquello ya era muy raro. Una vez en el interior y ya en marcha, el hombre cambió su amabilidad. Dejó de responder a las preguntas de la joven. Su actitud dio un vuelco, se hizo más alto en su asiento, y los músculos de su rostro se tensaron con una pose arrogante.
Robert Ben Rohades fue apodado "the truck stop killer" (el asesino de las paradas de camiones). Fue hallado culpable de tres asesinatos y también iba a ser acusado de otros dos, pero los familiares de las víctimas retiraron los cargos para no sufrir el juicio. Es sospechoso, aún hoy en día, de torturar, violar y asesinar a más de 50 mujeres entre 1975 y 1990, según los datos recavados luego sobre las rutas que hizo y las mujeres desaparecidas "en el camino". Rhoades tomó fotos de algunas de sus víctimas y la más difundida fue la de la última mujer que mató, Regina Kay Walters de 14 años de edad, a quien fotografió en un granero de madera abandonado en Illinois casi actuando un ataque.
Rhoades había nacido el 22 de noviembre de 1945 en Council Bluffs (Iowa) pero no hay datos concretos sobre donde pasó su infancia junto a su madre. Su padre era un soldado del ejército que estaba asignado a Alemania Occidental y, tras su estadía en el ejército, se unió a los bomberos.
En sus años de secundaria sufrió dos arrestos. Por violentar un vehículo a los 16 y por pelear públicamente a los 17, en 1962. Tras terminar la secundaria en Monticello (Jones; Iowa) se unió a los Marines. Fue en 1964, mismo año en que su padre fue detenido por abusar sexualmente de una niña de 12 años (se suicidó esperando el juicio). De la marina, Rhoades fue dado de baja deshonrosamente por participar de un robo. Intentó estudiar pero abandonó; anduvo de trabajo en trabajo en almacenes, supermercados y restaurantes, y durante los 70 y los 80 se casó 3 veces y tuvo un hijo. Fue en esa etapa que se convirtió en camionero de larga distancia y comenzó a desarrollar "pasatiempos" como tener "esclavas sexuales" y diferentes prácticas con el sexo opuesto. Se estima que en esa época abusaba verbal, física, sexual y mentalmente de su tercera esposa, Deborah. Rhoades aprovechó las rutas estadounidenses y las prostitutas durante años. Pero también se aprovechó de parejas y adolescentes en fuga. Su primera víctima mujer confirmada fue Patricia Candace Walsh, quien había sido novia del vocalista Warrel Dane, de las bandas de metal Sanctuary y Nevermore. También su esposo, Douglas Zyskowski. Fue en enero de 1990. Ambos estaban haciendo autostop cuando Rhoades los recogió. Casi de inmediato mató al esposo y arrojó su cuerpo en Sutton (Texas) donde fue hallado y no fue identificado hasta 1992. Mantuvo a Walsh viva durante una semana, período en el que la torturó y violó varias veces hasta matarla y desechar el cuerpo en Millard (Utah). Un mes más tarde tomó de rehén a una víctima de 18 años que finalmente no quiso presentar cargos. Más tarde afirmaría que tenía miedo de Rhoades por las dos semanas que le privó la libertad. Y contaría que Rhoades había convertido la cabina de su camión en una especie de cámara de tortura, donde guardaba mujeres a veces durante semanas, torturándolas y violándolas.
Días después desaparecieron Regina Kay Walters, de 14 años, y su novio Ricky Lee Jones, adolescentes que se habían fugado de su casa en Pasadena (Texas). Se cree que hacían autostop y fueron levantados por Rhoades. Se estima que al igual que Zyskowski,Ricky Lee Jones fue asesinado y "descartado" del camión mientras Regina Kay Walters estaba encerrada. Las fotos que hallaron tras detener al camionero asesino sugieren que la tuvo como rehén durante mucho tiempo. El cuerpo de Jones fue hallado el 3 de marzo de 1991 en Lamar (Mississippi) y recién se lo pudo identificar en julio de 2008 gracias a estudios de ADN. En Bond (Illinois) Ricky Lee Jones había sido acusado en ausencia del asesinato de Regina Kay Walters.
El 1 de abril del año 1990, un policía de la patrulla de caminos de Arizona (Mike Miller) encontró un camión con las balizas puestas a un lado. Cuando investigó dentro de la cabina descubrió a una mujer desnuda, esposada y gritando. Rhoades se identificó como el conductor del camión y no pudo escapar de la situación. Fue arrestado y luego acusado de secuestro, asalto y agresión sexual. Una investigación adicional del detective Rick Barnhart pudo establecer una conexión con el caso de Houston y notó un patrón que se extendía en el transcurso de al menos cinco meses.
Una orden de allanamiento llegó para registrar la casa de Rhoades. La policía encontró un sinfín de fotos y entre ellas, una de una adolescente desnuda que fue identificada como Regina Kay Walters, cuyo cuerpo fue encontrado en septiembre de 1990. También fotos de Walsh, cuyo cuerpo fue hallado en octubre.
Recién en 1994 Rhoades fue condenado por el asesinato de Regina Kay Walters. Fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Fue llevado a Utah en 2005 para ser juzgado por la muerte de Walsh y Zyskowski, pero por solicitud de las familias los cargos fueron retirados en 2006 y lo llevaron de vuelta al Centro Correcional Menard en Chester (Illinois). Más tarde sería llevado a Texas (por los crímenes de Walters y Jones) pero a cambio de evitar la pena de muerte se declaró culpable y recibió una segunda sentencia a cadena perpetua. Hoy en día sigue cumpliendo su pena, con 79 años.
En 2012, Vanessa Veselka presentó su libro Zazen en el que cuenta el terror que vivió en 1985 cuando fue secuestrada a la edad de 15 años. Se había escapado de su casa y tras buscar durante 27 años pistas y meditar (justamente el título del libro) concluyó que su secuestrador fue este asesino serial hasta que escapó de milagro después de dos semanas.

domingo, 17 de marzo de 2024

Terror en Alaska, Los Crímenes de Nancy Newman y sus 2 Hijas Pequeñas

En un modesto apartamento del centro de Anchorage, Alaska, encontraron el cadáver brutalmente golpeado de Nancy Newman tirado sobre su cama. En otras habitaciones estaban los cuerpos de su hija Melissa, de ocho años, y de su hija Angie, de tres, cuya garganta fue cortada de oreja a oreja. Tanto Nancy como Melissa habían sido agredidas sexualmente. Después de una intensa investigación, la policía redujo al principal sospechoso a Kirby Anthoney, de 23 años, un vagabundo con problemas de drogas y excondenado por abuso sexual a una niña de 12 años que había recurrido a su tío, el marido de Nancy, John, en busca de ayuda y un lugar donde quedarse. John Newman no sabía que el sobrino que acogió era un sociópata asesino capaz de masacrar a su amada familia.
Esta historia real, impactante y trágica, sorprendió a los residentes de Anchorage y motivó a la Unidad de Delitos Mayores del Departamento de Policía de Anchorage a hacerlo todo bien, y culminó en un juicio controvertido en el que, por primera vez, se permitió testificar a un perfilador del FBI. La ciencia del ADN sobre la alotipación se presentó ante un jurado. Kirby Anthoney violó y asesinó a su propia tía y a sus dos hijas en un violento frenesí de indescriptible perversidad, pero debemos hablar de ello y nunca olvidar a las víctimas. Cómo los detectives de Anchorage, ayudados por el perfilador del FBI Judson Ray, redujeron la lista de sospechosos a un joven y finalmente llevaron a Kirby Anthoney ante la justicia en una historia de tensión cada vez mayor y melodrama desgarrador.
Para Paul y Cheryl Chapman, la pesadilla comenzó a las 8 de la mañana del domingo 15 de marzo de 1987. El timbre incesante del teléfono de su cabecera los despertó del sueño; Paul buscó a tientas el auricular. Al otro lado de la línea estaba “Mama” Summerville del restaurante Gwennie’s, un popular restaurante de Anchorage donde Cheryl Chapman y su hermana, Nancy Newman, trabajaban como camareras. Paul le entregó el teléfono a su esposa. Summerville se disculpó por despertarlos, pero estaba seriamente preocupada. El automóvil de Nancy todavía estaba estacionado en el mismo lugar que el viernes anterior por la noche. El pánico se apoderó de inmediato de Cheryl Chapman: Nancy Newman, casada y madre de dos niñas, nunca salía sin su automóvil durante dos días y nunca, nunca, llegaba tarde al trabajo. La pareja saltó de la cama, se vistió rápidamente, cogió una Pepsi del frigorífico y se dirigieron al apartamento de Nancy Newman. Cheryl se acordó de llevar sus cigarrillos, Benson & Hedges Ultra Light Menthols. Mientras su marido conducía su pequeña camioneta Datsun roja sobre los helados bulevares de Anchorage hasta el apartamento de Newman en Eide Street, la aprensión de Cheryl aumentaba en cada intersección. El marido de su hermana, John, estaba en California; Nancy y las niñas estaban solas. Cuando el Datsun llegó al estacionamiento del complejo de apartamentos, Cheryl Chapman estaba hecha un manojo de nervios.
Paul estacionó directamente afuera. Los dos corrieron hacia adentro y no se molestaron en llamar a la puerta de Newman. Cheryl tenía las llaves del apartamento de su hermana, pero temblaba tanto que Paul tuvo que quitárselas de los dedos temblorosos para abrir la puerta. Cheryl gritó el nombre de su hermana, pero todo quedó en silencio. Fue a la cocina, se sentó a la mesa y miró alrededor de la habitación.
Todo parecía perfectamente normal, excepto por un gran bote de galletas vacío en el medio de la mesa: el bote en el que Nancy guardaba el cambio de propinas. Mientras Cheryl esperaba ansiosamente en la cocina, su marido entró con cautela en el oscuro pasillo del apartamento. Lentamente, una por una, abrió las puertas del dormitorio.
Detrás de la primera puerta estaba Melissa Newman, de ocho años, víctima de una crueldad indescriptible. En la segunda habitación estaba su madre, Nancy Newman, medio desnuda y sin vida sobre la cama.
La tercera habitación contenía los restos ensangrentados de Angie, de tres años, con la garganta cortada de oreja a oreja.
Paul quedó momentáneamente paralizado y desorientado; Oleadas de náuseas y shock lo invadieron. Era como si todo su mundo se inclinara precariamente sobre su eje y luego girara hacia un agujero negro de horror. Luchando por mantener la compostura, Paul se dio la vuelta y se dirigió hacia la cocina. Su esposa lo vio llegar y la expresión de su rostro le dijo que algo andaba terriblemente mal.
“No vayas por el pasillo”, dijo, “están todos muertos”. Cheryl gritó, derribó una silla e intentó pasar a su lado. La agarró, la abrazó con fuerza y empujó a su histérica esposa a través de la sala de estar y hacia la puerta principal. En el camino, agarró el teléfono de Newman. Paul Chapman estiró el largo cable telefónico por la puerta y marcó el 911.

jueves, 7 de marzo de 2024

Examen de Conciencia, Abusos Sexuales y Pederastia en la Iglesia

La excusa para abordar el largo y desconocido historial de abusos sexuales en la iglesia desde todos los ángulos de vista posibles cuando Miguel Ángel Hurtado, un niño procedente de una familia católica y muy creyente llegó a pensar en entrar en el sacerdocio, vio cómo todo su sistema de creencias se desmoronaba cuando con 16 años, fue abusado sexualmente por uno de los responsables de los scouts de la Abadía de Montserrat durante todo un año. Tras el enorme palo, consiguió rearmarse y ahora trabaja como psiquiatra infantil en un centro de salud mental en Londres, una ciudad a la que emigró, entre otras cosas, para poner tierra de por medio. «Más de 20 años permaneciendo en silencio; he sentido verguenza y miedo. Ha llegado el momento de contar la verdad sobre los abusos sexuales en la iglesia».
Hurtado, convertido en un activista, no solo habla de lo que a él le sucedió -«Sientes mucha angustia, sufrimiento y soledad», llega a decir-, sino que en una suerte de viaje interior y viaje exterior regresa a España para denunciar públicamente su caso, conoce a otras víctimas de abusos y lanza preguntas y reflexiones que llegan a incomodar al espectador, incapaz de entender por qué durante décadas la impunidad y la protección de quienes llevaban a cabo tales monstruosidades han sido la tónica habitual.
En todos ellos el miedo ante unos violadores que actúan como colegas y modelos a seguir, la vergüenza de cara a la familia y los compañeros y las amenazas son una constante. Lo fueron en los distintos centros de los Maristas donde comienza el recorrido de Miguel Ángel Hurtado, también en el colegio del Opus Dei Gazteluate, en Leioa (Vizcaya), cuyo profesor fue condenado a 11 años de cárcel pese a que las autoridades eclesiásticas consideraron que no era culpable, y en el seminario de la Bañeza, en León. También son una constante las vidas deshechas, el aislamiento social y el abuso de drogas y alcohol al que quedan condenados muchas de las víctimas, así como la protección y el desplazamiento de quienes cometían la violación.
También Joaquín Benítez, un exprofesor de gimnasia del colegio de Maristas de Sants-Les Corts, que se aprovechaba de su situación y de sus conocimientos de fisioterapia para abusar de alumnos. «Yo nunca me he considerado pederasta sino una persona que ha tenido una debilidad en algunos momentos».
Dado que la ventana de tiempo para denunciar es muy breve en España, los delitos leves prescriben cuando uno cumple 23 años y los graves, cuando uno cumple 32, muchos de los delitos que se muestra han prescrito ya. Sin embargo, algunas de las víctimas tienen el valor de enfrentarse a sus violadores, varias décadas después, y sacar confesiones que hielan la sangre. Y mientras tanto, preguntada por la ausencia de cifras, la Conferencia Episcopal Española reconoce que no hay un listado de casos «porque no se tiene la percepción de que esto sea una cosa mayoritaria».

viernes, 1 de marzo de 2024

En Memoria del Pequeño Grègory, Arrojado al Río Vologne

Me desquitaré con tu hijo”. Estas fueron las escalofriantes palabras que Jean Marie Villemin escuchó en el teléfono en 1983. Un año y medio después, el 16 de octubre de 1984, el pequeño Grégory fue encontrado muerto en las aguas heladas del río Vologne. Tenía cuatro años y su cuerpo estaba atado de pies y manos con un gorro de lana tapándole la cabeza. Desde que Francia descubrió el rostro de querubín de Grégory, su cara regordeta, su sonrisa inocente... y toda una trama de celos, rivalidades y pesados secretos familiares que aún permanece sin resolver. Aprendieron a tener paciencia, perseverancia y resiliencia, no se dan por vencidos. Realmente creo que tendrán paz una vez que sepan lo que pasó, cuáles fueron los últimos momentos de Grégory. Quieren saber lo que sufrió, cómo sucedió y quién pudo haberlo hecho”, declaró una de las abogadas de la familia, Marie Christine Chastand Morrand, a la radio RTL. El infanticidio de Grégory fue precedido de tres años de cartas y llamados anónimos llenos de insultos, calumnias e incitaciones al suicidio que sembraron la discordia en la familia Villemin. La campaña de odio del “corbeau” (cuervo, como se llama en Francia a los autores de correos anónimos) duró de 1981 a 1984.
Todo comenzó con un llamado una noche de invierno a los abuelos de Grégory, Albert Villemin y Monique Jacob, en su casa de Aumontzey, un pueblo rural de la región montañosa de los Vosgos, en el este de Francia. Del otro lado del tubo, nada, o casi. Una respiración profunda antes de colgar. Los llamados se repitieron en los días siguientes hasta que una voz ronca se hizo escuchar y comenzó a hablar de los secretos de los Villemin: el hijo primogénito e “ilégitimo” de la pareja, Jacky, el suicidio del padre de Albert. Pronto, el tercer hijo de los Villemin, Jean Marie, se convirtió en otro blanco de los ataques anónimos. Con apenas 26 años fue ascendido a capataz en la fábrica de autopartes donde trabajaba y mejoró su situación económica, lo que provoco envidia en su entorno. En el primero de los cientos de llamados que Jean Marie Villemin recibió solo se escuchó de fondo una canción popular que hablaba del “jefe”. Esta palabra luego se repitió en las cartas anónimas que llenaron el buzón familiar entre insultos, amenazas de muerte y alusiones a “su dinero”. Los llamados se interrumpieron de manera brusca cuando en 1982 Albert Villemin denunció el acoso a la policía, después de que mandaran una empresa de funeraria a su casa en una broma macabra. El 24 de abril de 1983 Jean Marie Villemin recibió un último llamado anónimo en la fábrica. Del otro lado del teléfono “la voz ronca” amenazaba con matar a su esposa. Villemin le retrucó que “tenía dinero y podía conseguirse otra mina”. Entonces el “cuervo” soltó una amenaza directa contra Grégory antes de colgar: “Me desquitaré con tu hijo, te va a doler más”. Durante más de un año las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Hasta que el 16 de octubre de 1984 por la tarde, Grégory desapareció cuando jugaba en el jardín de su casa del pueblo de Lépanges-sur-Vologne. Mientras Christine denunciaba la desaparición de su hijo a la policía, un tío del nene, Michel Villemin recibía un llamado tan cruel como preocupante: “Secuestré al hijo del jefe, mi venganza está hecha. Lo tiré al río Vologne. Su madre debe estar buscándolo por todas partes, no lo encontrará”.
Al día siguiente, los Villemin recibieron una carta que había sido enviada el día del crimen a las 17.25 horas. “Espero que te mueras del dolor, jefe. Tu dinero no podrá devolverte a tu hijo. Aquí está mi venganza, pirado”.
Dos días después, los Villemin enterraban a su hijo con la dolorosa sensación que el asesino quizás estaba en medio del cortejo fúnebre. El crimen fue reivindicado rápidamente y entendimos que el padre de la víctima, Jean Marie Villemin era el verdadero ‘objetivo’ de este asesinato. Nos dimos cuenta de la naturaleza casi sacrificial de este asesinato, Grégory fue ‘sacrificado’ por el odio hacia su padre. Fue la forma más cruel de hacerle daño a Jean Marie Villemin. Entre las primeras medidas que ordenaron las autoridades tras el hallazgo del cuerpo de Grégory, fue llevar adelante una pericia caligráfica entre allegados y familiares de los Villemin.
El 30 de octubre de 1984 los resultados preliminares de la pericia sorprendieron a todos: un experto aseguró que el autor de las cartas podía ser de un primo del padre de Grégory, Bernard Laroche. El hombre terminó detenido. Además un testimonio reforzó la hipótesis: Murielle Bolle, la cuñada adolescente de Laroche, contó que había visto cómo el hombre se había llevado en su auto al niño.
Enmedio el hipermediático juez a cargo de la investigación, Jean Michel Lambert, causa estupor con una sorprendente acusación: la autora del crimen sería la propia madre de Grégory, Christine Villemin. Algunas compañeras de trabajo afirmaron que la vieron dirigirse a la oficina de correos de Lépanges, donde fue enviada la última carta. Ante la falta de mayores elementos incriminatorios en febrero del año 1985 el juez Lambert dejó en libertad a Laroche, que seguía siendo investigado.
No obstante Jean Marie Villemin quedó convencido de que su primo fue el autor del crimen y el hombre que acosó a su familia durante años y decidió hacer justicia por su mano propia. Agarró un rifle y asesinó a su primo de un tiro en el pecho. Por ese crimen, el padre de Grégory fue condenado a cinco años de prisión. El 5 de julio de 1985, Christine Villemin quedó formalmente acusada y fue detenida por la muerte de su hijo, sobre la base de pericias caligráficas. Los investigadores aseguraban que la letra de los mensajes anónimos se parecía a la suya y que se había encontrado en su casa una cuerda similar a la usada para atar de pies y manos a Grégory. Como Christine estaba embarazada de su segundo hijo y había iniciado una huelga de hambre a modo de protesta, las autoridades decidieron su excarcelación. Ocho años más tarde fue finalmente absuelta de culpa y cargo. Voces expertas que analizaron los correos anónimos, sostienen que las primeras pericias realizadas sobre las cartas a principios de los 80 son poco confiables. “Digamos que en ese momento, la ciencia forense no era lo que es. Algunos expertos tenían poca o ninguna experiencia en cartas anónimas, y para otros una formación insuficiente sobre el problema particular de las cartas anónimas, cuya escritura está muy disimulada”.
La investigación se reabrió en 1999 y luego en 2008, pero siguió sin mayores avances hasta 2017, cuando Marcel Jacob y su esposa Jacqueline, tíos abuelos del pequeño Grégory, fueron acusados de “secuestro seguido de muerte”, aunque finalmente fueron exonerados por errores procesales. En julio del año 2017 otra noticia sacudió a la opinión pública: después de estar casi tres años retirado, el juez Lambert se quitó la vida en su oficina, pero no sin antes criticar la inculpación de los Jacob en una carta. Actualmente la justicia investiga unos 9 perfiles sospechosos de ADN, encontrados sobre las cartas anónimas y la ropa de Grégory que fueron aislados gracias a nuevas tecnologías.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Los Crímenes en Morata de Tajuña, Estafas Amorosas

El autor del asesinato de tres hermanos en Morata de Tajuña (Madrid), Dilawar Hussain Fazal Choudhary, un hombre paquistaní de 42 años, mató a su compañero de celda en la prisión madrileña de Estremera. Fazal Choudhary había sido detenido el 22 de enero del 2024 tras confesar en dependencias de la Guardia Civil que había asesinado a los tres hermanos de Morata de Tajuña. Los agentes habían encontrado los cuerpos de las víctimas, que tenían entre 68 y 70 años, el 18 de enero, en todos los casos con signos de violencia.
El asesino expresó en sede judicial que los había asesinado el 17 de diciembre del 2023 empleando una barra de hierro, un mes y un día antes de que sus cuerpos fueran encontrados con signos de quemaduras y en estado de descomposición. Conocía a las víctimas, puesto que visitaban su locutorio, al que acudían a enviar dinero a unos novios americanos que supuestamente habían conocido a través de internet. En una de las visitas, las hermanas le habían convencido para que les prestara alrededor de 30.000 euros prometiendo que les devolvería el doble de la cantidad. El asesino finalmente empezó a residir en la vivienda a finales del 2022 como pago por el dinero. Sin embargo, la situación en la vivienda comenzó a deteriorarse en el 2023, con enfrentamientos en que el asesino le arrancó un pendiente a una de las víctimas. En febrero del 2023, el hombre golpeó con un martillo a la mujer en, al menos, tres ocasiones, y también le pateó en el suelo.
El juez ya había decretado su ingreso en la cárcel a finales de febrero del 2023, pero abandonó la prisión en septiembre tras un acuerdo con la fiscalía de 2 años y una orden de alejamiento de la víctima durante 2 años y medio. Con esta condena se le permitió solicitar la suspensión de la pena y abandonar la cárcel. Ya en libertad, tres meses después volvió a la casa de los hermanos, para asesinarlos e intentar quemar sus cuerpos.
Las víctimas eran los tres hermanos Gutiérrez Ayuso que siempre habían vivido juntos: Amelia, de 68 años, y Ángeles y Pepe, de 70 años. Las dos mujeres llevaban varios años jubiladas y el hombre padecía una discapacidad mental. Eran naturales de Torre de Juan Abad (Ciudad Real), aunque vivían habitualmente en Morata de Tajuña. Desde el entorno de la familia de los fallecidos -dos hermanas de 68 y 70 años y un hermano de 70- han contado a los agentes que hace años las hermanas habían contactado con dos militares, con los que entablaron una relación pseudoamorosa a distancia. Pasado un tiempo, uno de los militares les informó que el otro había fallecido y que necesitaba una importante cantidad de dinero para poder cobrar una herencia. Desde entonces, una de las fallecidas comenzó a mandar dinero a la cuenta de su 'novio' Edward,desde el locutorio que regentaba el asesino , quien no cesaba en pedirle cada vez más cantidades con diversas excusas. A pesar de que amigos y familiares les alertaron de que habían caído en las llamadas 'estafas amorosas', las hermanas insistían en que el romance era verdadero mientras se endeudaban para satisfacer las demandas del amante, llegando a pedir dinero a varios conocidos.
La casa en la que hallaron los cuerpos, cuyas persianas estaban bajadas, era su segunda residencia. Tenían otras viviendas en España, que podrían haber vendido para satisfacer las peticiones del supuesto amante o de los deudores. Aunque en un primer momento se barajó la idea de un posible suicidio colectivo por las deudas, el hecho de que los cadáveres se encontraran apilados y quemados hizo pensar en un ajuste de cuentas por impagos.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Historia de un Crímen, El Asesinato de Paulette Gebara

Esta historia tuvo un final trágico, aunque nos lo quisieron camuflar como un accidente, no resulta evidente que una niña de cuatro años permaneciera oculta debajo de un colchon , bajo las sábanas de su cama y sin alertar el olor de su estado de putrefacción durante los dias que estuvo en búsqueda. El cuerpo de la pequeña de 4 años estuvo todo el tiempo en su propia habitación, a un costado de la misma cama en la que fue llevada a dormir por última vez la noche del 21 de marzo del 2010.
En el transcurso de nueve días desde el 22 de marzo hasta el 31 de marzo dia que fue encontrada, perros entrenados de la policía no detectaron su presencia en la habitación. Tampoco su madre ni los periodistas que realizaron entrevistas televisivas ahí mismo en su misma cama.
No la encontraron una amiga de la familia que durmió tres noches en la misma cama, ni las empleadas domésticas que tendieron la cama e hicieron el aseo de la habitación. La niña Paulette Gebara Farah tenía 4 años cuando fue llevada a la cama a dormir la noche del domingo 21 de marzo de 2010, según la investigación de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) del Estado de México (hoy Fiscalía General). La menor era la segunda hija del matrimonio formado por Mauricio Gebara y Lizette Farah, una familia conocida entre los círculos empresariales del Estado de México y de Ciudad de México.
La menor, que padecía discapacidad motriz y del habla, vivía en un condominio del exclusivo barrio Interlomas de Huixquilucan, Estado de México. El alcalde de entonces era Alfredo del Mazo (hoy gobernador) y el mandatario estatal era Enrique Peña Nieto, quien luego fue presidente de México (2012-2018).
El titular de la PGJ era Alberto Bazbaz, un joven abogado cercano a Peña Nieto. La investigación del caso fue entregada al subprocurador Alfredo Castillo, quien luego se convirtió en procurador y posteriormente funcionario de confianza en el gobierno federal de Peña Nieto.
La familia notó la desaparición de Paulette Gebara la mañana del lunes 22 de marzo del 2010, cuando su cuidadora Erika Casimiro fue a levantarla de su cama. Por un lado, la familia colocó la foto y los datos de Paulette Gebara en grandes carteles en Huixquilucan y los alrededores al oeste de Ciudad de México. La prensa rápidamente llevó el caso a nivel nacional, con coberturas en directo en el sitio de la desaparición, la cual llegó a ser comparada con el caso de la niña británica Madelaine McCann. El procurador Bazbaz puso en acción los recursos de investigación oficiales y dejó en las manos del subprocurador Castillo la investigación, la cual pasó en los siguientes días de descartar un secuestro a sospechar de la familia y las nanas por "falsear las declaraciones". En las primeras horas del 31 de marzo, nueve días después de la desaparición, la niña Paulette Gebara fue encontrada en la misma habitación, bajo el colchón de su cama, en la que se le vio por última vez con vida. El procurador Bazbaz anunció que, durante "diligencias ministeriales", fue encontrada la niña "en la habitación de la propia Paulette, al pie de su cama, entre el colchón y la estructura del mueble que lo sostiene, y cubierta por la sábana y colcha de la misma". La causa de muerte fue por "asfixia mecánica por sofocación". Bazbaz sostuvo en ese momento que la niña fue "ocultada y privada de su vida". Dijo que buscaría respuestas a "eventos que resultan absolutamente incomprensibles". Incluso expertos de la fiscalía de Ciudad de México y expertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos participaron en las indagatorias. Pero el 21 de mayo, al cumplirse dos meses de la muerte, el mismo procurador calificó todo como un "accidente" luego de cumplirse las investigaciones. "Reconozco que el proceso inicial tuvo deficiencias, al no haber revisado de forma plena la cama" donde permaneció más de una semana, señaló el procurador, pero descartó una actuación ilegal. Amanda de la Rosa, una amiga de Lizette Farah, cobra gran relevancia pues fue quien durmió en la cama de Paulette durante cuatro noches. Tampoco la vio. La periodista y hoy senadora Lilly Téllez, quien hizo una de las entrevistas televisivas en 2010, aseguró el 8 de abril de aquel año que la niña "no estaba" donde las autoridades dijeron que apareció.
"El lugar no estaba sellado; por el contrario, una multitud entraba y salía de todas las habitaciones. Los elementos de procuración de justicia parecían 'cuates' (amigos) con buenas intenciones, no una autoridad que busca preservar la integridad física de una menor". La PGJ explicó que la casa no estuvo sellada debido a que investigaban un rapto, no un crimen. Sin embargo, luego de los resultados fueron criticados. Bazbaz dijo que la actuación de los fiscales "tuvo deficiencias al no haber revisado pericialmente la cama de la menor desde un inicio", además de que hubo errores de comunicación por la "presión" pública. El matrimonio Gebara Farah siguió bajo intenso escrutinio de los medios, pues desde que ocurrió la desaparición se hicieron evidentes sus desavenencias. El sepelio de la niña Paulette se dio sin presencia del padre.
"Hubo un linchamiento de la opinión pública" contra la madre, pues era criticada por cualquier cosa, desde su semblante en las entrevistas hasta su relación de pareja y sus conductas públicas antes, durante y después del caso. "Todo el mundo dijo 'pero cómo es posible' y surgieron un montón de hipótesis. Al final hubo muchas especulaciones. Pero la que terminó pagando más las facturas fue Lizette Farah.

domingo, 7 de enero de 2024

La Serpiente Charles Sohbraj, El Asesino del Bikini

Sobhraj era tan difícil de localizar que la policía lo apodó "La serpiente". Cuando finalmente fue capturado, tenía al menos doce asesinatos en su haber. Incluyendo una pareja holandesa. Las declaraciones de otro holandés, el diplomático Herman Knippenberg, acabaron por sellar la suerte de Sobhraj en los tribunales.
Charles Sobhraj fue detenido en Nepal en octubre de 2003. Resulta extraño que viajara a ese país en concreto, ya que Nepal es uno de los pocos países en los que todavía tenía una orden de detención pendiente. Un reportero de The Himalayan Times vio a Sobhraj en un casino, lo siguió durante dos semanas y publicó el artículo. Eso fue suficiente para que la policía nepalesa supiera dónde estaba y lo atrapó. Trece meses después, un tribunal nepalí lo condenó a cadena perpetua. Recibió esta condena por el asesinato de Connie Jo Bronznich, una mochilera estadounidense a la que había matado antes en Nepal. Sin embargo, los expertos sospechan que Sobhraj se ha cobrado la vida de unas treinta personas. Aun así, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas consideró que el juicio en Nepal no había sido justo. Por ello, en 2014, Sobhraj tuvo que comparecer por segunda vez. Una vez más, fue declarado culpable. Y no sólo sobre el asesinato de Broznich, sino también de su compañero, Laurent Carriere. Por ello, Sobhraj recibió otra cadena perpetua. Sobhraj no cometió los asesinatos solo. A menudo le ayudaba su compañera de fatigas, Marie-Andrée Leclerc. La turista canadiense había ido a Tailandia en busca de aventuras, y Sobhraj sabía mejor que nadie cómo satisfacer esa necesidad. Leclerc y Sobhraj viajaron por Asia con pasaportes robados o falsificados y, para ganarse la confianza de los turistas, se hicieron pasar por joyeros y narcotraficantes.
Aunque Leclerc no era ciertamente un ángel, cada vez más gente empieza a verla como la Bonnie de esta especie de parodia de Bonnie y Clyde: una chica inestable pero de buen carácter que se enamoró perdidamente de un sociópata. Un sociópata que utilizó su carisma para arrastrarla a su vida de asesinatos y crímenes. Leclerc fue finalmente detenida por el asesinato de Avoni Jacob, un académico judío. Leclerc había visto cómo Sobhraj lo estrangulaba en una habitación de hotel y luego huía con su pasaporte. Cuando en 1983 se descubrió que Leclerc padecía un cáncer de cuello de útero, se le permitió regresar a Canadá. Escribió un libro en el que afirmaba que nunca le había gustado Sobhraj y murió un año después a causa de su enfermedad. No es frecuente que un holandés protagonice una historia de crimen internacional. Pero sin Herman Knippenberg, Sobhraj y Leclerc nunca habrían sido puestos entre rejas. El diplomático holandés en Tailandia localizó a los asesinos en 1975, después de que éstos mataran a dos viajeros holandeses. Herman Knippenberg tuvo el apoyo y colaboración desinteresada de su esposa Angela Kane, también diplomática en la ONU.
Lo que Knippenberg descubrió durante su investigación fue enfermizo. La autopsia demostró que los dos holandeses habían sido estrangulados y, cuando aún estaban vivos, les habían prendido fuego. La policía tailandesa quería deshacerse de los cadáveres, pero Knippenberg consiguió hacerse con muestras de las dentaduras de los infortunados jóvenes. Con la ayuda de un dentista holandés, pudo establecer las identidades de las víctimas. Ahora sólo quedaba identificar a su asesino. El papel que la pareja francesa formada por Nadine y su esposo Remi Gires,fue también fundamental cuando ayudaron a Knippenberg.
Cuando el gobierno tailandés ordenó a un conocido estafador en posesión de dos pasaportes holandeses que abandonara el país, Knippenberg se quedó solo. Por iniciativa propia, inició una investigación sobre el estafador, un francés de origen oriental, y su novia canadiense. Cuando Sobhraj y Leclerc fueron detenidos varios años después por otros delitos, Knippenberg pudo relacionarlos con los asesinatos. Cuando la policía atrapó a Sobhraj, le dio a Knippenberg la oportunidad de interrogarlo. El diplomático rechazó esa oportunidad. "Me pareció prudente actuar desde la barrera", dijo en una reciente entrevista con EenVandaag. "Para que siempre hubiera alguien que pudiera seguir presionando. En retrospectiva, fue una decisión muy acertada".
La caza de Sobhraj le costó treinta años de vida a Knippenberg. En varias ocasiones, el diplomático a tiempo completo y el detective a tiempo parcial sufrieron de agotamiento. Con el apoyo de su esposa Angela Kane no se quemó. Sin embargo, los recuerdos de Sobhraj y los cadáveres mutilados que dejó atrás nunca abandonaron a Herman Knippenberg.